Según el diccionario de la RAE, apego significa: Afición o inclinación hacia alguien o algo. En este sentido, vamos a entender el apego como el «amor» o «afecto» que sentimos por alguien o algo de manera desmedida y para nada benéfico o positivo. Es decir, aquí entenderemos el apego como un sentimiento patológico que nos daña tanto a nosotros mismos como a los demás.
Así sucede, que los apegos se convierten en una piedra en nuestro camino; ellos nos impiden cumplir nuestra misión en esta vida, nos atan y nos imponen límites, a la vez que nos desvían en nuestro recorrido. Experimentamos el apego cuando buscamos estabilidad, alegría y placer en otras personas, cosas o animales; o sea, experimentamos apego cuando pensamos que nuestra felicidad se encuentra por fuera de nosotros, que se encuentra en los otros.
Por esta razón, aceptar o darle cabida a los apegos en nuestra vida trae, para nosotros, una de las consecuencias más nefastas como seres humanos y ésta es: desentendernos por completo de nuestra propia felicidad, haciéndola depender por completo de los otros. En ese momento dejamos de ser responsables por y frente a nosotros mismos y lo que hemos venido a hacer y comenzamos a actuar únicamente por y para los otros. De aquí que los apegos nos lleven a complacer a otros, a sacrificarnos por ellos y a que su vida, y no la nuestra, sea nuestra prioridad.
Desde mi punto de vista podemos diferenciar tres tipos de apegos: apego afectivo, apego material y apego ideológico.
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Apego afectivo
: este tipo de apego se presenta cuando nos aferramos a otra persona (o personas) y creemos, erróneamente, que él/ella debe corresponder nuestro afecto de la misma forma. Por esto, sentimos que somos los dueños de las otras personas y queremos cambiarlas para moldearlas a nuestra manera. Esos otros que queremos cambiar pueden ser nuestra pareja, padres, hijos o, incluso, mascotas.
Lo que tenemos que pensar y tener claro aquí, es que las personas son como son, que nadie puede obligar a otro a darle su amor y mucho menos obligarlo a que se lo dé como quiere. Además, este tipo de apego que usualmente confundimos con “amor” no nos deja más que sumidos en la esclavitud, el sometimiento y el menosprecio, porque dejamos de vivir nuestra vida para vivir los sueños del otro.
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Apego material
: el apego material se presenta cuando creemos que las personas valen por lo que tienen, no por lo que son. Este apego nos lleva a pensar que mientras más cosas tenemos, más valemos y, por esto, peligrosamente, muchas veces las personas exponen su propia vida al preferir morir antes que perder un bien material.
Pero recordemos, para ser felices en realidad no necesitamos de muchos bienes materiales, además el día en que morimos no nos llevamos nada salvo lo que hemos cultivado en nuestro espíritu.
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Apego ideológico
: este apego se presenta cuando creemos que somos los poseedores de la verdad absoluta, o sea, cuando creemos, por ejemplo, que nuestra religión es la única, verdadera y más valiosa y que solo seremos salvados quienes pertenezcamos a ella. Así mismo, este apego nos lleva a no tener humildad frente a los otros y aceptar nuestros errores.
Definitivamente, debemos tener cuidado porque verdades absolutas no existen o por lo menos no tenemos acceso a ellas, por eso en todas las discusiones hay tres verdades: la tuya, la mía y la verdad. No obstante, lo que he aprendido es que la verdadera felicidad está en encontrar a Dios en nuestro interior, en sentir esa paz infinita de la que nos llena la fe y certeza de su apoyo y ayuda. Dios nos da la vida para ser felices y, mucho más, nos regala a seres maravillosos, como los ángeles de luz, para hacer más fácil este: nuestro camino.